Emblema

Emblema

UNA LUZ AL MUNDO

Uno de los primeros requisitos que se exigen desde una potencia masónica soberana a una logia que pretende constituirse e integrarse en la misma es la de crear un emblema que la represente, y defender -en ponencia al efecto- el significado que contiene. Ello es así porque un emblema es una especie de declaración de intenciones, un esbozo de los principios motivadores de quienes la constituyen.

Desde el siglo XVI hasta el XVIII se denominó emblema a una imagen enigmática provista de una frase o leyenda que ayudaba a descifrar un oculto sentido moral que se recogía más abajo en verso o prosa, consecuencia de la publicación en 1531 de la obra Emblematum Liber del jurisconsulto italiano Andrea Alciato. No es muy diferente la definición que da hoy día nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua cuando define al emblema como “Jeroglífico, símbolo o empresa en que se representa alguna figura, al pie de la cual se escribe algún verso o lema que declara el concepto o moralidad que encierra”.

Como no podía ser de otra manera, a los responsables del Tr.·. Malaka, germen de lo que hoy es ya una Logia mixta debidamente constituida en Málaga, se les exigió como parte del proceso de integración en la Gran Logia Simbólica Española la creación de un emblema que la identificara y pusiera de manifiesto los valores que consideraba relevantes y característicos de su proceder futuro. Unos valores que, en la misma línea del “Emblematum liber”, también contuvieran un oculto y hermoso sentido moral que quizá pudiera resultar enigmático para el profano pero por ello doblemente estimulante para el que alcanzara a comprenderlo. El resultado ha sido el bello emblema que todos los presentes conocemos, y con cuya imagen los miembros fundadores de esta Logia plasmamos nuestra firma en el Acta Constitutiva de la misma.

Nuestro Logo, representa pues, los principios que hemos decidido que sean nuestra bandera y que nos representarán como colectivo frente al mundo tanto profano como masónico.

Este emblema se compone de siete elementos:

1º. El Compás y la Escuadra tienen el significado clásico. Representan el aspecto espiritual y vital el primero, y el aspecto formal y concreto el segundo, delimitándose un espacio central que es donde se dice se halla situada la Maestría y expresando así que ésta es fundamentalmente una cuestión de ponderación y justa proporción de las cualidades y aspectos representados por ambos instrumentos.

2º. El libro abierto, símbolo del conocimiento universal y, concretamente en masonería, de la Tradición, representa la materia fecundada que ofrece su sabiduría.

3º. El pavimento ajedrezado nos recuerda la multiplicidad engendrada por la dualidad, constituida por los pares de opuestos (negro-blanco). El iniciado no los ve como opuestos sino como complementarios, reconciliándolos más allá de la dualidad en el equilibrio perfecto. La perfecta unión de los escaques es símbolo de la perfecta unión de los hermanos, gracias al contraste de sus ideas, creencias y posiciones sociales. Nuestro pavimento está en oblicuo para recordarnos, siguiendo a Ortega y Gasset, que la realidad se nos ofrece en forma perspectivista. Así el ser del mundo no es alma ni materia sino perspectiva y sólo multiplicando los puntos de vista acerca del mundo y asumiendo esa irreductible multiplicidad podremos acercarnos a la realidad.

4º. Las columnas salomónicas. El rey Salomón encargó a Hiram la construcción de un templo, según nos relata la tradición de las crónicas bíblicas. Este templo sería confeccionado con materiales traídos de minas lejanas como las de Tarsis, y contaría con dos columnas de bronce para la entrada (1 Re. 5-7; 2 Cró. 2-5). Nos recuerdan por tanto de manera simbólica la contribución de esta tierra –Tarsis- a la construcción del Templo de Salomón, exponente arquitectónico máximo de la sabiduría constructiva de la antigüedad. Nuestras columnas han sido tomadas del frontispicio de la catedral de Málaga como representación además de una de las edificaciones más significativas de nuestra ciudad. Su color rosáceo nos trae al recuerdo la cristalización de la materia orgánica (p. ej. las conchas de nuestras playas), así como el afecto y calor humanos.

5º. El mar, origen de la vida, se abre paso en todo el emblema, ocupando un lugar central en el mismo. Siempre ha sido medio de comunicación entre civilizaciones. Su ondulación nos recuerda la flexibilidad necesaria en la defensa de toda postura y la graduación trifásica de las olas nos puede evocar las tres edades del anthropós o ser humano en su trayectoria vital e iniciática.

6º. El sol naciente sitúa su punto radial en la confluencia con el horizonte marino, de manera que queda sólo la mitad a la vista desde la perspectiva del espectador ubicado fuera de las columnas; en cambio, el que se aventure a explorar la esfericidad de la Tierra, encontrará, con el ejercicio de la heurística, a través de la iniciación y el estudio, mucha más luz pudiendo contemplar el sol en su plenitud. Inserto en el sol existe una marca de agua que representa al Ave Fénix como símbolo de la Renovación, del aprendizaje constante y del optimismo vital que resurge una y otra vez de su remanente. También nos evoca el renacimiento de la masonería mixta en nuestra capital malagueña.

7º. Las siete estrellas de 8 puntas, emparentadas con el arte tartésico y andalusí, significan la plenitud y la madurez. Siete es el símbolo del ciclo consumado, de la iniciación culminada tras la cual se produce la renovación, es el número que representa la actividad creadora y nos recuerda que la acción nos pone en contacto con el mundo, nos permite elaborar nuestro proyecto vital porque el ser humano es lo que hace y cómo vive. Somos esencialmente activos y valemos lo que valen nuestros actos. El hombre es, pues también y ante todo acción, no es cosa inerte ni meramente pensante.

Todo el emblema está rodeado por las lazadas de una cuerda continua sin principio ni fin y cíclica que refleja el afecto duradero de la Fraternidad Universal. Del mismo modo nos evoca “la cadena de unión masónica”, un símbolo que resume el conjunto de todos los estados y seres que conforman la manifestación de lo existente, los cuales subsisten y están ligados entre sí por su hálito o espíritu vivificador, es decir, por la vida misma que comparten, cuyas leyes –las leyes de la vida- es preciso conocer y respetar. Y entre ellas, la primera y fundamental es la del amor fraterno o fuerza que concilia los contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del Principio. El lazo y la cuerda son símbolos también de la tensión y distensión propias de las relaciones intersubjetivas que, siendo una realidad en el mundo que nos rodea, nos enseñan que todo conflicto puede resolverse sin llegar a la ruptura, en la continuidad y perseverancia del esfuerzo conciliador.

Llegados a este punto resta ocuparnos, como si se tratara del verso o lema que declara el concepto o moralidad que encierra nuestro emblema, del título distintivo que hemos elegido para nuestra logia, “LUX MALACITANA”, y para ello nos detendremos brevemente en el Ritual de Iniciación del REAA.·.

Una vez terminado el Primer Viaje del Recipiendario, el V.·.M.·. instruye a este sobre los ruidos y dificultades que el ser humano sufre y que no puede vencer ni rebasar mientras no adquiera la energía moral y los conocimientos que le permitan luchar contra la adversidad, gracias también a la ayuda que pueda recibir de sus semejantes. “Estas dificultades –continúa diciendo literalmente– son mayores para los que no poseen la Luz, y que, por ello ignoran las leyes profundas del Cosmos y obran muchas veces contra esas leyes”.

Esta es la primera vez que el iniciando es confrontado con lo que debe significar la Luz en su vida masónica, y las consecuencias de ignorarla. Pero también es reconfortado con la promesa de ayuda por parte de sus HH.·. en la obtención de esa Luz, necesaria para afrontar las adversidades de su vida. Así, TODOS los hermanos al unísono responden: ¡LA LUZ! cuando son interpelados por el V.·.M.·. en cuanto a lo que piden para el Profano.

Esta visión, la de identificar LA LUZ con las leyes profundas del Cosmos, es coherente con lo indicado en nuestro Libro de la Tradición, una de nuestras Grandes Luces de la Masonería, cuando afirma en Génesis 1:2 que “la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. En el versículo 3 escuchamos el mandato divino: “¡Sea la luz!, y fue la luz”.

Esta luz no puede referirse exclusivamente a la luz física, puesto que la creación de “lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche” no se efectúa hasta el versículo 14. Debe referirse necesariamente al “Orden” que el Principio Divino impone sobre el “Caos”, desordenado y vacío, e indirectamente nos indica que el conocimiento personal de las “Leyes profundas del Cosmos”, debe llevarnos a establecer en nuestros trabajos ese mismo Orden Cósmico por medio de la Actividad, la Creación, la Fecundación de la materia según este patrón perfecto, con el objetivo de llenar el vacío caótico que representan las tinieblas y oscuridad de la ignorancia, el fanatismo y la superstición.

Implica también la responsabilidad que como OBREROS DE LA LUZ nos imponemos a nosotros mismos de DIFUNDIR ESA LUZ MASÓNICA cada día, cada hora, sacralizándola por medio del rito y de la sabiduría adquirida con nuestro trabajo que, como sabemos, es nuestro auténtico salario.

Por último, el gentilicio malacitana es un homenaje a Málaga, la milenaria ciudad del Mediterráneo occidental, una de las más antiguas de Europa, que ha sabido aprovechar su situación de apertura al mar para aprehender de otras influencias y fundirse en un rico crisol intercultural.

Según lo expuesto, nuestra R.·.L.·. LUX MALACITANA nace –o renace-, como UNA LUZ AL MUNDO: Una luz modesta, humilde en sus inicios, que pretende contribuir al progreso y a la evolución de la Humanidad con la aplicación en su trabajo de Leyes y Principios que son Universales -como la Luz que los representa-, pero cuya fuente y origen se encuentra en Málaga, tierra acogedora y reunidora de lo disperso como ninguna otra, donde confluyen ciudadanos de tantos y tantos países del mundo atraídos por la bondad de su clima y la moderación de sus gentes, donde es fácil encontrarse a gusto y disfrutar de la Luz Blanca del Sol, esa que permite ver el verdadero color de cada cosa, y donde la interacción con la madre naturaleza resulta tan sencilla. Esta es la responsabilidad que asumimos frente a todos y que con gusto nos autoimponemos al aceptar sobre nosotros un Título Distintivo tan evocador y un Emblema tan rico de contenido.

Toda fuente de Luz es por definición una fuente de Calor: que nuestra Luz, vaya siempre acompañada del Calor humano necesario para garantizar que LA ALEGRÍA esté en los corazones, que EL AMOR reine entre los hombres y que LA PAZ se extienda sobre la tierra al defender lo que consideremos justo, verdadero y virtuoso.

Share by: